28/03/2024
Crowdfunding: una oleada internacional de leyes restrictivas amenaza con limitarlo, con la muy probable consecuencia de acabar con la edad de oro del indie.

El crowdfunding está en peligro. Los políticos de varios países, incluida España y con Estados Unidos a la cabeza, van a limitar el micromecenazgo por ley, imponiendo a esta forma de financiación unas condiciones abusivas que persiguen liquidarla en la práctica para que deje de restarle cuota de mercado a la banca, que es quien financia a los partidos políticos. Cuando esto suceda, se acabará la edad de oro de los juegos indie que hemos vivido en el último lustro.

Crowdfunding: bancos y políticos lo liquidan
El crowdfunding está a punto de sufrir un serio revés en nuestro país y en muchos otros de nuestro entorno. Se preparan legislaciones para restringir las cantidades y para dificultar el acceso.

Crowdfunding: se acabó la fiesta

Star Citizen lleva recaudados mediante crowdfunding más de 46 millones de dólares, que al cambio son unos 34 millones de euros. Los proyectos indie, como éste de Chris Roberts, serán imposibles en un futuro próximo debido a los límites que los políticos están planeando imponer al micromecenazgo. En Estados Unidos, referente mundial en asuntos económicos, la agencia gubernamental SEC (Securities and Exchange Commission) ha anunciado su intención de implantar un máximo de recaudación anual de un millón de dólares por proyecto, mientras que en España el límite que baraja el Gobierno es de algo más al cambio, un millón de euros, pero en este caso no al año, sino como cantidad total por proyecto.

Adiós, por tanto, a los proyectos indie como el de Chris Roberts. No podrán desarrollarse ni aquí, ni en Estados Unidos, ni en muchos otros países cuyos políticos, a las órdenes de los banqueros, tienen en la agenda aplastar el crowdfunding. La razón es muy sencilla: a los bancos no les gusta que la gente se preste dinero entre sí, o invierta sus ahorros en proyectos interesantes. De eso nada, piensan los señores de Wall Street: el negocio del dinero es tradicionalmente suyo, y no van a permitir que la gente encuentre otras formas de financiación alternativas a su oligopolio.

Crowdfunding: bancos y políticos lo liquidan
Star Citizen comenzó su andadura en busca de financiación en Kickstarter. Con las regulaciones que se planea imponer no podría haber sobrepasado en Estados Unidos el millón de dólares anual de recaudación.

En España el documento en el que se detalla esta auténtica conspiración es el Anteproyecto de Ley para el Fomento de la Financiación Empresarial. Un nombre orwelliano, ciertamente, porque es antitético hablar del fomento de la financiación empresarial en un documento en el que se propone justamente lo contrario, en tanto que se pretende limitar atrozmente una forma de financiación en auge como es el micromecenazgo. Aquí, como decimos, el plan es poner un techo de un millón de euros por proyecto. Por el otro lado, el de los inversores, se prohíbe invertir más de 3.000 euros por proyecto y 6.000 por plataforma. Con una salvedad, eso sí, y es que los inversores profesionales no estarán sujetos a estas limitaciones.

En Estados Unidos el planteamiento es similar. Cada proyecto podrá recaudar un máximo de un millón de dólares al año, mientras que para los inversores los límites serán de hasta 2.000 dólares o el 5% de sus ingresos anuales para quienes ganen menos de 100.000 dólares al año, y del 10% de sus ingresos o 100.000 anuales para quienes ganen más de esta cantidad al año. También se hace una excepción, y es que no estarán sujetos a estos límites los inversores acreditados.

Crowdfunding: bancos y políticos lo liquidan
El Banco de España, el lugar en el que supuestamente se encargan de vigilar que los bancos cumplan las leyes. No hicieron nada ante la venta de preferentes, pero con el crowdfunding se van a poner serios.

Analicemos los límites por ambos lados: el de los proyectos y el de los inversores. Empezando por los proyectos, está claro por qué se quiere imponer el techo del millón de dólares anual o el más restrictivo de un millón de euros totales: para que la gente que necesite más de esa cantidad se vea obligada a ir a pedirla a un banco. Nada de crowdfunding, Chris Roberts. Ni aunque los jugadores quieran darte voluntariamente 46 millones de dólares para que a cambio tú les hagas a su medida el videojuego que ellos demandan. No. Y punto. Ésta es la supuesta libertad económica que predican los liberales que nos gobiernan. Una libertad económica en la que, sin embargo, la financiación, que es la condición de posibilidad de la productividad en la economía capitalista, es un producto exclusivo de los bancos.

Y ahora examinemos el límite impuesto a los inversores. Se supone que los 3.000 euros por proyecto los quiere poner el Gobierno español para proteger a los ciudadanos. Claro, como somos tontos, piensan en Moncloa, corremos el riesgo de perder nuestro dinero dándoselo sin garantías a cualquier desaprensivo. Y por eso nos ponen un límite: 3.000 euros. Así, si nos engañan, no perderemos mucho. En cambio, los bancos pueden vender preferentes por cualquier cuantía, incluso a ancianos analfabetos. Límites para invertir en crowdfunding, sí, porque es peligroso. Límites para invertir en preferentes, no, porque no hay ningún riesgo de perder el dinero.

Hay una llamativa excepción tanto en España como en Estados Unidos en lo que se refiere a los inversores, y es que si eres un inversor profesional, entonces no hay límites para ti. O sea, que si un banco ve negocio en invertir en un producto, no tiene límite de dinero que pueda poner. Pero si tú ves negocio, te vas a quedar con las ganas, porque no podrás invertir más de 3.000 euros.

Crowdfunding: bancos y políticos lo liquidan
Ole, ole y ole. Preferentes para que los bancos saneen sus cuentas a costa de engañar a la gente, sí. Crowdfunding para que los emprendedores consigan el crédito que los bancos les niegan, no.

¿Cómo afectarán estas medidas a los videojuegos? Pensemos en las compañías del sector dividiéndolas en dos tamaños: grandes y pequeñas. Las grandes no se verán perjudicadas en absoluto, ya que ellas no acuden al crowdfunding para financiar los proyectos. En cambio, las pequeñas surgen y, en el mejor de los casos, perduran gracias a proyectos modestos, como es acorde a su tamaño. Y es justo aquí donde recaerá todo el perjuicio de las limitaciones al micromecenazgo.

Ningún proyecto podrá obtener mediante esta fórmula de financiación más de un millón de dólares al año, o de euros en total, según el país, por lo que no volveremos a ver nunca nada como Star Citizen. Cuando entren en vigor las nuevas normativas, los videojuegos AAA sólo podrán ser desarrollados por grandes compañías. Da igual que el público lo demande, o que detrás haya un nombre de prestigio en la industria como es el caso de Chris Roberts. Los grandes lanzamientos serán un nicho de mercado exclusivo de las grandes compañías porque, seamos honestos, un banco jamás le habría prestado a Roberts 47 millones para hacer un videojuego; ni en sus mejores sueños. Los bancos prestan el dinero a otro tipo de gente y para hacer otro tipo de cosas, como por ejemplo a Paco el Pocero para construir pisos.

Crowdfunding: bancos y políticos lo liquidan
Esta preciosad arquitectónica en medio de la nada es la hoy ciudad fantasma en Seseña que Paco el Pocero construyó con un crédito concedido por un banco que patrocina a un piloto español de F1.

En cuanto a los proyectos pequeños, que son la mayoría, ya que son realmente pocos los que pasan de un millón de euros, para ellos también habrá obstáculos, consistentes en las clásicas trabas burocráticas de las que tanto sabemos en España. Hasta ahora había libertad para apuntarse a plataformas como Kickstarter y proponer proyectos. En el futuro habrá que realizar una gran cantidad de papeleo de ventanilla. Supuestamente, para proteger a los pequeños inversores de posibles estafas, como si la gente fuese estúpida. En realidad, para disuadir a las pequeñas empresas. Cuantas más trabas se les ponga en el camino del crowdfunding, más probabilidades hay de que renuncien a él y prefieran llamar a la puerta de un banco.

Repasemos los nombres de unos cuantos proyectos del mundo del videojuego financiados, al menos en algún momento de su desarrollo, mediante crowdfunding: la consola Ouya para juegos Android (8.600.000 dólares en Kickstarter); el juego Mighty Nº9, obra de uno de los creadores del clásico de plataformas Megaman (3.800.000); el reciente y notable juego de rol Divinity Original Sin (950.000); la última genialidad del gran Peter Molyneux llamada Godus (890.000); el laureado título de estrategia Planetary Annihilation (2.200.000); el prometedor Satellite Reign, que se anuncia como sucesor del Syndicate de Bullfrog (775.000); el casco de realidad virtual Oculus Rift, que ahora está en manos de Facebook (2.400.000); y, por supuesto, Star Citizen, de Chris Roberts, del que venimos hablando desde el principio como paradigma de juego indie exitoso en la tarea de recaudar fondos, y que inicialmente consiguió casi 2.200.000 dólares en Kickstarter antes de pasar al micromecenazgo directo en su web.

Crowdfunding: bancos y políticos lo liquidan
Facebook pagó hace tres meses 1.500 millones de euros por Oculus. Sin embargo, al principio el proyecto no contó con semejante respaldo. Fue la comunidad la que lo impulsó mediante crowdfunding.

¿Qué habría sido de todos estos proyectos con las trabas burocráticas y los límites de financiación que se quieren imponer al crowdfunding? El indie sobrevivirá a la brutal restricción del micromecenazgo que se avecina, porque siempre habrá quien consiga sacar adelante su videojuego contra viento y marea, pero quedará tocado. Sin el dinero de los bancos, que no financian videojuegos ni en sueños, y con dificultad y restricciones para acceder al dinero de la comunidad de jugadores, el desarrollo independiente menguará, produciéndose el fin de la actual edad de oro del indie. Habrá menos juegos, y muchas de las buenas ideas ni siquiera llegarán a realizarse.