29/03/2024
Sexo y videojuegos son cosas que, cuando van juntas, generan escándalo. Véase la reciente polémica del mod de GTA V que permite violar a otros jugadores.

En los videojuegos mainstream, es decir, los del gran circo mediático, puedes hacer casi cualquier inmoralidad: matar, robar, amenazar, torturar, extorsionar. La lista es larga, pero no infinita, porque hay al menos una conducta que no puede mostrarse jamás: el sexo. Podría entenderse que se prohibiera cuando es inmoral, como es el caso del mod de GTA V que permite violar a otros jugadores, pero es que también está prohibido cuando es moral, o sea, consentido y entre adultos.

Sexo y videojuegos: una relación prohibida
Ese tipo le está clavando el fusil por detrás a esa señorita. Literalmente, si nos fijamos bien. En esto consiste el mod de GTA V que permite violar a otros jugadores en el modo online.

Sexo y videojuegos

A principios de agosto los medios de comunicación generalistas se hicieron eco de una polémica que, por estar en verano, pasó un tanto desapercibida, pero que merece la pena analizar. El asunto fue que unos jugadores de GTA V crearon un mod que permitía violar a otros personajes en el modo online del juego. Esto es intolerable; exclamaron unos. Los videojuegos corrompen a la juventud; sentenciaron otros. Por fin llegó la publicidad gratis de cada secuela; pensaron en Rockstar.

En el fondo, no es nada nuevo. Pasó lo mismo hace unos años con GTA San Andreas, con el mod Hot Coffee. En aquel caso, recordemos, la modificación permitía ver las escenas de sexo consentido entre tu personaje y sus ligues. En éste de GTA V, el mod permite sexo que no es consentido, lo cual aumenta el nivel de polémica, y cuenta con el agravante de que no se realiza con un personaje controlado por la computadora, sino por otro jugador que esté conectado al modo online.

Sexo y videojuegos: una relación prohibida
En esto consistía el mod Hot Coffee de GTA San Andreas. También se podía ver a la chica desnuda, pero no ponemos captura de eso porque no queremos problemas. Además, no había mucho que ver.

¿Por qué ha generado polémica este mod? ¿Acaso no es igual de atroz y repugnante una tortura que una violación? Porque, en esencia, ambos actos son muy parecidos: violencia con el objeto de degradar a la víctima a través de su cuerpo. El factor diferencial es el sexo. La regla es que si hay sexo, hay polémica, y como lo de fornicar de forma consentida con un personaje artificial ya no sorprende, ahora es el turno de rasgarse las vestiduras por las violaciones a los avatares de otros usuarios. Pero no por lo violento de una violación, porque en lo que a violencia se refiere, cosas más fuertes hemos visto en los videojuegos, como por ejemplo torturas hasta la muerte con descuartizamiento final incluido. Aquí lo que llama la atención de la prensa generalista es el sexo. ¿Torturas en los videojuegos? No hay problema: los niños pueden ver por la tele, en horario infantil, las imágenes de un periodista norteamericano justo antes de ser degollado en Irak por los terroristas del Estado Islámico. ¿Sexo en los videojuegos? Jamás.

En nuestra sociedad, el sexo está mal visto, mientras que la violencia, no. Y esto se aprecia en toda la industria cultural, desde los videojuegos hasta el cine, pasando por la música y las revistas. Pensemos en el caso de Disney. Disney es un sello asociado a películas infantiles. Pero, claro, también hay negocio en el cine para un público más maduro. ¿Qué hace Disney entonces? Crea un sello llamado Touchstone Pictures que produce películas que no encajarían con la imagen Disney. Algunas de esas cintas: 60 Segundos, Cara a Cara, Enemigo Público, Con Air.

Sexo y videojuegos: una relación prohibida
Aquí está la hipocresía. Si queremos un Steam moralmente limpio, quizás no debería haber sexo, pero tampoco juegos con escenas de violencia tan salvajes como ésta de Wolfenstein The New Order.

Así, Disney puede hacer negocio filmando historias para adolescentes y adultos que incluyen escenas de violencia. Sin embargo, sería impensable que hiciera lo propio con el sexo. Jamás se arriesgarían los miembros de su consejo de administración a crear un sello para producir películas eróticas. No hay problema en la existencia de Touchstone Pictures: se sabe que pertenece a Disney, y no pasa nada. Pero no se puede imaginar que Disney comprara o fundase una productora de cine erótico, porque el escándalo sería monumental. Incluso en el caso de una marca en apariencia tan dulce e infantil como Disney se comprueba que la violencia es un tema con el que es legítimo comerciar, mientras que el sexo está prohibido.

Con los videojuegos ocurre lo mismo. Pensemos en unas cuantas productoras grandes: Activision-Blizzard, EA, Ubisoft, Konami. La mayoría produce juegos de todos los géneros: acción, deportivos, velocidad, simulación, rol. Pero siempre falta uno: los juegos eróticos, con escenas explícitas. Con los portales de distribución digital, que son el medio principal de venta de videojuegos, también sucede lo mismo. Ni en Steam, ni en Origin, ni en Uplay encontraremos juegos de temática sexual. Como mucho, hay un Larry, que es más de humor que de sexo, y que desde luego no muestra ni una sola escena de sexo explícito, pero nada semejante a títulos como Sexy Beach 3, enfocado a la interacción durante el coito.

Sexo y videojuegos: una relación prohibida
Sexy Beach 3 es un juego que va de ligar y retozar con chicas en una isla paradisíaca. El apuñalamiento de la fotografía anterior tiene cabida en la plataforma de Gabe Newell, pero esta chica rubia en bikini, no.

Hubo un momento, es verdad, en el que pareció que Steam abriría sus puertas a este género. Sucedió cuando un juego de rol llamado Seduce Me, con contenido sexual explícito en forma de ilustraciones fotorrealistas, fue incluido en el catálogo de Greenlight. Se suponía que la comunidad debía decidir si el juego seguía adelante o no, pero antes de que ocurriera eso los desarrolladores recibieron un escueto email genérico de Valve en el que se les informaba de que su proyecto se retiraba de Steam por transgredir las condiciones de uso. Éstas son: no ofender y no violar los derechos de propiedad intelectual. Obviamente, Seduce Me fue retirado del portal de Gabe Newell por ofender. Porque el sexo ofende. Según Steam, la violencia brutal de juegos como Hotline Miami y Wolfenstein The New Order no es ofensiva. El sexo, sí.

Por supuesto, el rechazo de las grandes productoras y distribuidoras del sextor no impide que haya videojuegos de temática sexual, pero están fuera del antes mencionado circuito mainstream. Si quieres juegos eróticos, tendrás que buscarlos en los bajos fondos. Estarán, a menudo, en páginas web de dudosa seguridad, o en las estanterías de un sex-shop. Son productos sucios, sórdidos, propios de mentes perturbadas que disfrutan con lo que a la gente normal ofende.

Sexo y videojuegos: una relación prohibida
El planteamiento de Seduce Me es parecido al de Sexy Beach 3, pero con más rol. A pesar del boicot de Steam, el juego salió adelante, y está disponible en FireFlower Games, un portal sueco de juegos indie.

Sin embargo, uno echa un vistazo a las estadísticas y resulta que en Internet el 35% de las descargas son de pornografía, y el 25% de las búsquedas en Google están relacionadas con la pornografía, y que el 70% de los hombres entre 18 y 24 años visita webs de pornografía todos los meses. ¡Cuánto pervertido! O a lo mejor no son pervertidos, sino gente normal. A lo mejor los que están moralmente enfermos son quienes controlan la industria cultural, que pretenden imponer una cosmovisión esquizofrénica que denuncia como ofensivas ciertas pulsiones de la naturaleza humana al tiempo que reclama una supuesta pureza de espíritu que ni siquiera ellos mismos poseen.

Sexo y videojuegos: una relación prohibida
Gaben, Gaben: ¿qué hacías con esas dos chicas tan guapas? Esperemos que más tarde, en privado, no hicieses nada ofensivo con ellas. Seguro que Newell pertenece a esa minoría que no ve porno en Internet.

Habría que ver lo que guardan en sus discos duros personajes como Gabe Newell o el presidente de Disney. Eso sería mucho más trascendente que la filtración masiva de fotos eróticas de celebridades que se produjo hace unos días, y de la que, por cierto, los menores de edad se enteraron por televisión en horario infantil. Una vez más, los hackers han demostrado que tienen la técnica, pero no saben adónde tienen que apuntar con ella para contribuir a la regeneración moral de nuestra sociedad. Entretanto, que prosiga la farsa, como si no fuera un teatrillo demencial.