Hay veces en las que un juego marca una época por un aspecto concreto, como el tema técnico, en otras es por el argumental y, en raras ocasiones, todas al mismo tiempo coinciden. Ayer (y digo esto por si hasta hoy andábais de paseo por Marte) salió a la venta GTA V de Rockstar, uno de los títulos que mejores puntuaciones ha obtenido en la historia y que a los ‘peceros’ nos tocará disfrutarlo dentro de algunos meses. ¿Tal vez en 2014?
El caso es que se ha escuchado clamar en los últimos meses, a cuenta de la presentación de PS4 y Xbox One, que está muy bien la nueva generación de consolas, pero que falta por ver si también tendremos una ‘next-gen’ de juegos, de desarrollos que aprovechen ese potencial técnico que tendrán las nuevas plataformas. Ojo, que a los ordenadores ya ni los cuento por que como muchas veces he dicho y escrito (y me han criticado), nuestros PC son la ‘next-gen’ permanente. Así que doy por hecho que todo lo bueno que llegue (y no sea exclusivo, claro) a las nuevas máquina de Sony y Microsoft podremos tenerlo en nuestras Geforce o ATi viento en popa a todo píxel.
¡Pero cuidado! ¿Qué nos van a dar? ¿Gato con texturas de a ocho o Liebre con polígonos HD? Si atendemos a muchos de los lanzamientos que hay en cartera, parece que será más de lo primero que de lo segundo. Que habrá fórmulas magistrales de esas que nos fabrican en botica y que vienen utilizándose desde que existía el Sacro Imperio Romano: que si un plataformas vestido de ‘bump mapping’, que si un shooter arreglado con unos cuantos efectos de blur a tono con los efectos de luz y poco más. Todo muy ‘next-gen’. Pero aunque la burra se vista de seda, burra se queda. Y digo burra por que al final nos venden un Nosequé III o un The Dark Side of Vetetúasaber.
¿Hasta dónde quiero llegar? Pues hasta GTA V. Que sí, que sólo está para PS3 y Xbox 360 pero es un juego de nueva generación, con mayúsculas, y por lo tanto en la ‘next-gen’ debería ser ya la repanocha. Y es que el desarrollo de Rockstar es el que debería marcar el camino a los demás, por muchas razones. Pero la más importante es su concepción, si inmensidad y su bestial sentido de la libertad que ha ganado muchos enteros gracias al portentoso trabajo de los ex-DMA.
Su mapa inmenso, su argumento perfectamente contado y bien dialogado, pero también sus inabarcables misiones que permiten hacer al jugador lo que quiera cuando quiera, sin tener que estar sujeto a una historia que está ahí para cuando la necesitemos. Es decir, cuando nos aburrimos de ‘solear‘. ¿Pero puede serlo un juego que nos deja, además de conducir, robar coches y otras tareas ‘típicas de un GTA’ cazar como si fuera un Deer Hunter, jugar el tenis como en un Virtua Tennis, al golf como un buen Tiger Woods, al ciclismo en plan Le Tour de France, hacer submarinismo, paracaidismo y un montón más de -ismos e -ismas? ¡No!
Entonces, ¿la clave está en lo de ‘mundo abierto’ o lo que es lo mismo, ‘open world’ que han dicho en el pasado E3 bastantes compañías? Pues parece ser que sí, que el verbo ‘sandbox’ ya empieza a conjugarse como si fuera el pan nuestro de cada día y hasta el mismísimo Solid Snake recurre a él cuando habla de la quinta entrega de su Metal Gear: «yo sandboxeo, tú sanboxeas, él sandboxea, nosotros…».
Rockstar ha señalado el camino de una forma clara y nítida con GTA V, aunque hay compañías que también lo han visto venir. Una de ellas, la que más, es Ubisoft con sus Assassin’s Creed (desde 2007) y este otoño con Watch Dogs y The Division. Títulos que estarán en la ‘next-gen’ del hardware y que ellos mismos también parecen pertenecer a una generación más avanzada (de juegos). Los que abrazan la fe del ‘sandboxismo’, de los mundos abiertos y de las historias curradas y más adultas. Aunque deban llevar un 18 de PEGI en su carátula.
Así que ‘peceros’ del mundo, empecemos la revolución abrazando, comprando y jugando con aquellos juegos ‘next-gen’ que están escribiendo el futuro. Y los que no lo hagan, que copien viejas costumbres de la Edad Media de los videojuegos y recurran al ‘copy-paste’, que ardan en el infierno de Doom. ¿No os parece?