La iniciativa se llama, en inglés, Digital Single Market Strategy y consiste en eliminar los bloqueos regionales en los productos digitales. Estos bloqueos, que no tienen ninguna lógica y que, quienes quieren, llevan saltándoselos desde hace años, podrían verse suprimidos al aplicarse las mismas reglas que rigen el mercado común para mercancías y servicios a sus contrapartidas digitales.
En un comunicado del 25 de marzo, la Comisión Europea ha establecido tres áreas principales de actuación:
- Facilitar el acceso a servicios y productos digitales desde cualquier país de la Unión.
- Mejorar y proteger la infraestructura que da soporte a los servicios digitales.
- Crear una sociedad y una economía digital equivalentes a la libre circulación de bienes y personas que ahora disfrutamos.
De mayor interés para los jugones son las dos primeras áreas, ya que el primer punto incluye la posible eliminación de geobloqueos para servicios y mercancías digitales, modernizar las leyes de copyright para evitar la incertidumbre legal de los creadores y los usuarios que descargan contenido de Internet. Para terminar, una simplificación del IVA en los países miembros para que los proveedores no necesiten crear reglas específicas para cada país objetivo. El comunicado cita la increíble cifra de los 80.000 millones de euros que se gastan las empresas para integrar sistemas de cálculo de IVA a su facturación.
El segundo punto sobre la infraestructura de la red ve como un fracaso de la Unión la enorme lentitud del despliegue de la tecnología 4G en Europa, debido a diferentes normas de propiedad de frecuencias en cada país. Además planea proteger con mayor fuerza los datos personales y el contenido protegido con copyright, incluyendo eliminación rápida del contenido ilegal. Si recuerdas, tras la filtración de WikiLeaks, se descubrió que Estados Unidos había estado presionando a todos los países de la Unión Europea (incluyendo a España) para endurecer la guerra contra los ficheros compartidos ilegalmente. Que ahora lo sepamos no significa que lo vayan a dejar de hacer.
Como con todos los proyectos de ley o, en este caso, de Directiva Europea —que no son de obligado cumplimiento—, puede cambiar mucho hasta que se apruebe, por lo que hay que quedarse con los aspectos positivos de: una mayor inversión en infraestructuras tecnológicas, simplificación de impuestos y leyes de propiedad intelectual y eliminación de bloqueos regionales en plataformas de productos digitales como Netflix o Steam.