Para sus vecinos de Nueva York, Michael Thomasson es un simple padre de familia de 43 años. Pero Thomasson, en realidad, no es un hombre normal, porque en el sótano de su casa, situada a las afueras de Buffalo, esconde un secreto que lo convierte en alguien muy peculiar: la colección de videojuegos más grande del mundo. En el momento de ser contabilizada para el Guinness World Records Gamer’s Edition, Thomasson tenía 10.607 juegos.
Récords Guinnes: 10.607 juegos
El anterior récord del mundo lo tenía otro estadounidense, Lichard Lecce, de Florida, con una colección de 8.616 juegos en 2010. Thomasson, por tanto, lo ha superado con creces. La pasión de este hombre por el coleccionismo de videojuegos empezó hace 31 años, cuando él era un niño de sólo 12. Sin embargo, durante todo este tiempo ha vendido su colección entera dos veces para poder comprar otros juegos y otros dispositivos. La primera vez que lo hizo fue en 1989, para comprarse una Mega Drive, y la segunda, en 1998, para cubrir los costes de su boda.
Desde entonces Thomasson se ha impuesto una severa disciplina de coleccionismo: gastarse 3.000 dólares al año (unos 2.200 euros) en adquirir dos juegos al día, lo cual implica que sean de segunda mano o nuevos pero de saldo. De esta manera ha llegado a reunir los 10.607 videojuegos que le han dado el récord Guinness, además un montón de dispositivos para jugarlos, por supuesto. Cuenta que tiene de todo: desde juegos en DVD y cartuchos hasta en cintas de casete y VHS. Thomasson estima que lo que ha reunido en su sótano está valorado en entre 700.000 y 800.000 dólares (750.000 dólares son unos 550.000 euros).
Pero Thomasson no puede dormirse en los laureles, ya que Lecce, el anterior propietario del récord Guinness en 2010, ha seguido adquiriendo juegos durante este tiempo, y lleva unos años sin contabilizar cuántos tiene. Según Lecce, lo que le mueve a él a este tipo de coleccionismo es que los videojuegos son arte: desde el código escrito hasta las cubiertas de la caja y las campañas de mercadotecnia para promocionarlos. Una bonita historia de Navidad.